jueves, 30 de abril de 2009

4ª etapa: Cornellana - Pola de Allande (28/04/2009)

Amanece día con sol. Hemos tenido a nuestra entera disposiciòn uno de los mejores albergues del camino. Y en un monasterio. Sólo había un peregrino más, pero en otra estancia. Desayunar en Bar Dany. Pedazo de cocinera de lujo. Hace unas pulgas de bocata que te mueres. Todos pedimos alguna de las diversas, y buenísimas, que ofrecen y nos vamos a por las bicis al albergue. Repasos de engrases y resolucion de problemas mecánicos, perdemos mucho tiempo. Salimos a carretera, la subida es suave en dirección Salas. Mucho y peligroso tráfico pesado que te bufa a su paso, alguno no te ve y hay echarse a la cuneta para evitar que te quedes sin hombo izquierdo. Estoy algo contrariado por la peligrosidad que el tráfico ofrece al peregrino el rodar por esta carretera. Seguimos por camino embarrado hasta Salas. Pedro tiene problemas con el freno trasero, parece ser que al engrasar con el spray se le han contaminado las pastillas del freno trasero y retiene menos que una abubilla con colitis. Infructuosa búsqueda de repuesto al llegar a Salas. La tienda de deportes la regenta un aseñora que nos atiende maravillosamente pero no puede ofrecer remedio para nuestro caso. A cambio compramos unos Carajitos de profesor que son una delicia y reaniman el cuerpo human. Parada en la iglesia de Salas, que está abierta pero no hay nadie en la sacristía, que está cerrada y nos quedamos sin sellar. Vuelta atrás. Conseguimos sellar en el ayuntamiento, donde la amable funcionaria que ya salía de trabajar, volvió a su lugar y nos selló mientras contaba las penurias de su familiar que había fallecido y no sé que más... Me fuí rápido, que para penas estamos hoy.
Tomamos refrigerio en un bar y seguimos ruta por camino subiendo hasta el alto de Porciles y,después, la Espina. Esta ascensión es cómoda y preciosa porque vamos enmedio de un bosque viendo correr el agua del río Nonaya. Deja de ser cómoda cuando comienza a empinarse de narices y cuando, fatigados, terminamos la ascensión, llegamos a un llano junto a la carretera donde está un edificio que tiene un cartel luminoso "Club Nenas". Debe estar cerrado porque son como las 17h. y no parece que sea un afterhours. Continuamos ascendiendo hasta La Espina. Durante bastantes zonas de este camino nos estamos encontrando con obras porque están construyendo la vía del AVE y, en otras ocasiones, porque construyen o arreglan autovías y carreteras. Ésto hace que en ocasiones tengamos que desviar los trayectos. Aquí se pasa bajo un viaducto de una altura espantosa. Espectaculares las técnicas modernas de construcción civil. Hemos coronado el alto que nos deja resecos y fatigosos. Traguito de agua y aseguir, que nos queda media etapa y es media tarde. A esta paso no llegamos a ningún lugar. No sabemos qué está ocurriendo con la distancia que recorremos en cada etapa que se nos alargan más km. de los previstos. Cada día nos hacenos del órden de unos 15 km. más de los planificados, sin saber por qué.
Llegamos a Tineo por un carril bici que hay construido desde El Crucero (creo recordar, aunque la memoria me puede fallar) y paramos a sellar en el albergue. Charlamos con el hospitalero y nos vamos a comprar pastillas de repuesto para la bici de Pedro, que la lleva que no frena el de atrás. No hay repuesto para su bici pero sí para la mía. Me lo llevo. Seguimos la ruta por carretera y se van sucediendo los paisajes grandiosos asturianos. Tomamos caminos de belleza singular y con el sol que está haciendo, pero con viento muy frío, se disfrutan mucho más.
La tarde va pasando y necesitamos reponer fuerzas, para lo cual tiramos de despensa y conseguimos recuperar algo de energías mientras contemplamos en lo alto de una torre de alta tensión a un tío trabajando colgado sobre un cable que parece un funambulista. Y dicen que lo que hacemos es de héroes: ese sí que lo es.
El cansancio va haciendo mella, pero decidimos tirar hasta Pola de Allande, a ver si llegamos al albergue que hay pasados 2,5 km.
Por carretera comienzan los descensos vertiginosos con el gélido viento que te corta la cara. Hace frío y vamos justos de fuerzas. Bebemos mucha agua aunque no tenemos la sensación de tener sed. El viento te seca el sudor y no te das cuenta pero hay que hidratarse. La tarde se acaba y vemos que no llegamos. Si nos metemos por la variante de Hospitales, esta noche nos comen allí los lobos. Aparece la lluvia, neblina y azota la cara como alfileres. Última subida y, después, bajamos. Luis, "El Belga", ha tirado a tumba abierta carretera abajo porque Pola ya está cerca y, como es belga, ha ganado la etapa de hoy: al llegar junto al cartel de entrada del pueblo donde pone POLA DE ALLANDE, ha levantado el brazo en señal del éxito alcanzado. Y es que sabe que esta noche va a dormir calentito como un marajá en un hotelito. Son las 21h. Preguntamos en la Fonda La Nueva Allandesa si hay disponibilidad para cinco humildes bicigrinos. El dueño, Antonín, nos ofrece un despliegue de poderío: las bicis las dejamos a buen recaudo, y bajo llave, en un local suyo que era la antigua cafetería, frente al hotel. Las habitaciones están de lujo y la cena nos la pone cuando estemos aseados y decentemente vestidos. El hombre nos vé necesitados de afecto y él lo ofrece. Se agradece el trato recibido. Una ducha bien caliente te repone y alivia todas las penas que has tenido que soportar en la ruta. Bajamos a cenar y ya están en la mesa todos menos el Pani y yo, que nos lo tomamos con la naturalidad que dá el hacer las cosas tomándose el tiempo necesario, no menos. Hablan con Antonín, pequeña-gran personalidad, el cual ha visto las camisetas del unfirme que llevamos y le ha gustado. Nos pide que le regalemos una, se lo prometemos. Dice que la va a enmarcar y poner en lugar privilegiado en el restaurante para que todos la vean. ¡Qué orgullosos estamos de nuestra empresa!
Me tomo el primer tercio de la noche porque tengo mucha sed. Nos ofrece un paté de morcilla que ellos hacen, para llorar de la emoción. Es algo nunca visto, o sea, "inaudito" ;-). A continuación, nos trae un a sopera llena de cocido asturiano. Aquí se me caen lagrimones como garbanzos ¡Qué sabor! ¡Qué berzas!. Repito plato. De segundo nos trae un pastel de verduras suaaaaaveeeeeeee. De tercero nos pone unos repollitos rellenos de carne de ternera para morirse... No puedo con todo y me da mucha rabia. El Pani se lo ha jamado todo porque es un profesional y vive de esto...
Nos vamos a acostar y a hacer la digestión que nos lo hemos merecido. Y es lo que tiene el pasar calamidades, que luego va un ángel del camino, como Antonín, y te surte con creces.

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