lunes, 27 de abril de 2009

2ª etapa: Pajares - Oviedo (26/04/2009)

Despertamos en el albergue de Pajares con la extraordinaria vista del valle, sol en las cumbres, alguna nube, y nieblas descendentes. El desayuno fue con rosquillas, gracias al excepcional detalle de Marisa, la hospitalera, que fue quien las hizo y como sabía que por la mañana los peregrinos madrugan y el bar está cerrado, nos dejó las rosquillas con mucho cariño. Estaban riquísisisisismas...
Esta mujer es un angelote del camino. Que lo sepan todos: , si podéis, hay que ir al albergue de Pajares y compartir ratitos con esta mujer, es un cielo.
El tiempo es bueno, frío pero no llueve y a ratos sale el sol.
Nos decidimos a bajar hasta San Miguel del Río por un camino de un desnivel increíble. A nuestro paso, los caballos, las ovejas y las vacas nos ven pasar con cierto aire de extrañeza ("¿Quién será éstos ignorantes que pasan de largo y no nos atienden? ¡Qué prisa tienen, siendo domingo!"). Entramos en la iglesia a sellar, los parroquianos, unos diez, esperan a que el sacerdote comience la eucaristía. Le preguntamos al mosén que si nos puede sellar y nos responde que no porque esa parroquia era algo así como que allí no correspondía tal sello por no se qué motivo de que el Camino no pasa por allí ... ? ... Por este Camino no es nada fácil encontrar iglesias abiertas, y las que lo están no tienen sellos o no tienen costumbre de hacerlo. A este paso vamos a llegar a Santiago con la Credencial sin estrenar.
Subimos a Sta Marina por repechón de camino cementado que te hace desmontar si no quieres que se encabrite la montura y te caigas de culo al suelo. El paseo es agradable. Tras ver la ermita, seguimos ascendiendo por detrás, por unas casinas hasta que dejamos la aldea tras de nosotros y comienza un ascenso tan pronunciado, tan empinado, tan casi " en pared" que nos decidimos no seguir por el tremendísimo esfuerzo que hay emplear, el tiempo que perdemos y la amenaza de diluvio de un cielo que tan pronto está despejado , como nublado de color casi negro. Damos la vuelta y tomamos una carreterina con una dura subida que nos lleva de nuevo a la carretera N-630, que baja desde Pajares. ¡Toma ya, estamos a 3 km de donde despertamos! Allí iniciamos un vertiginoso descenso a velocidades excesivas. Llegamos a Campomanes con sol y con algua gota de agua, que lo deja enseguida. Tomamos un pincho de tortilla en la entrada, Bar el Ave (Es que lo están construyendo y pasará por aquí). Hemos ido a sellar la credencial a la iglesia pero no hay nadie y la sacristía está cerrada. Pues nos vamos.Intentamos seguir por camino pero el lugareño de turno, en la estación del ferrocarril, nos aconsejó no hacerlo pues el camino está muy mal. Aconsejaba tomar una carreterilla que nos conducirá hacia Mieres. Salimos por carretera sin tráfico paralela a la 630 y a buen ritmo, llaneando, llegamos a Mieres sobre las 15h.
Pretendíamos parar a comer algo en plan bocata y no enrollarnos, pero, como la carne es débil, nos topamos con una sidrería enorme (La Xagosa. Poligono Gonzalin, 31), paramos, miramos y nos quedamos a comer unas fabes con pitu (pollo de corral), una merlucita y postre con café. Todo genial, pero nos hemos entretenido más de lo necesario, casi dos horas. Tienen una parrilla enorme para hacer costillares y carne a la brasa que alucinas... A los postres, Luis se nos queda dormido literalmente sobre la mesa, pero revive al traerle el segundo plato. Lo ha olido, no cabe duda. Terminamos y nos vamos a por las bicis. Pero ha merecido la pena, estaba riquísimo...
Ahora toca quitar los cables antirrobo, vaya rollo,pero no queda más remedio para evitar malas tentaciones. Proseguimos camino por Mieres hasta llegar al Albergue con la ilusa pretensión de sellar. Está cerrado. Hay que llamar a un tfno. en el que el hospitalero te atenderá, pero no vamos ahacerlo por no perder más tiempo. Se pone a llover un agua muy finita que, aún, no cala. Tras ponernos los chubasqueros comenzamos la subida al alto del Padrún, la cual, con la lluvia y la tripita llena se antoja imposible, pero el que está a las duras también lo está a las maduras y comenzamos a tirar con firme decisión hasta llegar a coronar el alto. Junto al cartel indicador del Alto del Padrún, y como premio, nos sale el sol y nos hace parar a despojarnos de la ropa de agua. El paisaje desde arriba es maravilloso. Un regalo.
Ahora bajamos por el otro lado del monte y vemos a Luis patas arriba en el suelo, un hectómetro delante nuestro y un autocar parado a su lado y un coche detrás ¡No puede ser! ¿Es Luis el que está en el suelo? Se levanta sin más problemas que algún desollón en el codo...
Llegamos a Olloniego, donde difrutamos un ratito del puente de Olloniego y del mojón que marcaba la distancia hasta Oviedo de legua y media.
Proseguimos subiendo, de nuevo, por carretera, por Picu Llanza hasta la Manjoya. Ésto se hace más largo y pesado de lo que esperábamos. Mi cuentakilómetros de 6 leurazos del Lidl comienza a mostrarse tan fiable como barato: me paro y sigue contando a una velocidad de 52km/h... ésto no lo había previsto, si sigue así voy a llegar a Santiago mañana por la tarde-noche, y yo sin moverme del sitio.
Entrada a Oviedo. El albergue tiene un problema, sólo atienden de lunes a viernes en horario funcionarial de 19 a 20:30h y los fines de semana llamando a un tfno. que, si lo cogen, no pueden atenderte ya que la hora de atención es la misma... vaya asistencia a peregrinos. Conseguimos un hotel gracias al buen hacer de Mª José. Hotel Covadonga. Dejamos las bicis en un párquing cercano tras intentarlo sin suerte en otro vigilado por dos señores muy antiguos los cuales no sabían dar respuesta a nuestra necesidad de dejar 5 bicis en una plaza de vehículo...
Cena y a descansar. Esta noche Luis roncará sólo en su habitación individual. Aún así se oyen los bufidos de los vecinos (Los Zugasti) de la habitación contigua a la nuestra (José Luis y yo).