viernes, 2 de mayo de 2008

5ª etapa: Rabanal del Camino - Villafranca del Bierzo 30/04/08

Distancia recorrida: 64,8 km.
Acumulado: 339,61 km.
Tiempo empleado: 4h. 54 min.
Vmed.: 13,19 km/h.
Vmáx.: 63 km/h.
La peña en los albergues madruga tanto que desde las 6 de la mañana comienzan a despertarse y a despertar a todo quisqui que descansa decentemente.
Hoy comenzamos con la subida al Foncebadón y la Cruz de Ferro. Hace sol, pero engaña, cae una llovizna fina y fría. En la cumbre debe seguir nevando.

El instinto de conservación nos ha hecho ser prudentes y hemos optado por ascender por carretera pues el camino está, en bastantes tramos, inciclable, o al menos así entendemos que lo está para nosotros.
La subida se va haciendo, a medida que se entra en calor, llevadera aunque es dura.
Entramos en Foncebadón por una calle en cuesta llena de barro y nieve. Hace un frío que te cagas. Entramos en el albergue a sellar la credencial y a calentar los cuerpos humanos. Nos encontramos desayunando a las noruegas que salieron a no se qué hora intempestiva de Rabanal y hablamos un momento con un hospitalero que nos dice ser de Cuenca, cerca de Valencia. Vaya lugar para escapar del pueblo.

Tras varios km. de ascenso coronamos la Cruz de ferro.

Un muy mal día con temperatura de 0º C. y con viento gélido, la sensación debe ser de -10ºC. Te cagas...
Hemos hecho la machada del día.
Deposito la piedra que me traje del pueblo y cumplimos con un símbolo tradicional del Camino.
El descenso por carretera, claro, es de 16 km y el frío de la ventisca te congela la cara, las manos, los higadillos, todo, todo.


Al llegar a la entrada de El Acebo Juan y yo metemos un frenazo que paramos en seco, hemos encontrado La Fuente de La Trucha, prestigiosa fontana donde, por ciertas alusiones, nos hacemos fotos.


El Acebo es un pequeño pueblo con casas muy tradicionales que resisten el oneroso paso del tiempo y las inclemencias del tiempo con bastante paciencia. Entramos en un bar, el primero que vemos, creo que no hay más, y nos calentamos a base de leche muy caliente con miel y algún alimento sólido. Estamos tiritando y con muchos escalofríos. Creo que desde que yo era niño no sentía esta gélida sensación. Pero de eso ya hace muchos lustros. Continuamos camino por Molinaseca, donde, tras esperar a que escampe la lluvia que nos ha vuelto a mojar, sellamos credenciales en otro albergue (La hospitalera que sella le pregunta a Luis que a quién le debe dinero en el camino. Es un friolero de espanto y lleva tapado todo el cuerpo, sólo se le ve la nariz). Seguimos hasta llegar a Ponferrada, lugar donde comemos plato caliente y tras otro chaparrón salimos a pealear por El Bierzo, no sin antes perdernos por falta de señalización. La gente, solícita y amable, nos indica por dónde debemos seguir. La tarde se va arreglando, incluso nos sale el sol ¡Mira qué bien!. Las viñas de D. O. El Bierzo están doquiera que mires. Paso por Cacabelos, sello y a seguir sin más dilación. Hace años estuvimos por aquí juntas las familias de Juan, y mía. El comentario que hacemos es fácil de suponer: "¿Te acuerdas, Juan, quién nos iba a decir entonces que pasaríamos así por aquí?". Proseguimos hacia nuestro destino final diario pasando por más fincas de viñas y acabamos circulando por carretera para no llegar muy tarde.
La llegada a Villafranca del Bierzo se hace a las 18:45h, entramos en el albergue municipal y nos recibe su hospitalera Sofía, una mujer muy especial, de armas tomar, hemos hecho buenas migas y nos hemos reído hasta hartarnos. Buena gente. Han entrado antes que nosotros dos chicas muy guapas. Son canarias y hermanas entre sí. Charlamos con ellas y pasamos un ratito muy agradable.


Nos aposentamos en la litera que escogemos, no higienizamos con una buena ducha, lavamos la ropa y tomamos un tenteempié en el albergue de al lado. Lo lleva un tío muy cachondo que se llama Manu. Dice que proviene de padre marinero y que por eso él es de ley. Va ubicando a la gente en unos bancos corridos para que cenen, aunque ya no cabe más gente en uno. Nos sentamos en el de al lado, donde reubica a tres chavales que nos los hemos encontrado subiendo la Cruz de Ferro esta mañana. Mientras les pone de cenar como para un regimiento, nos sirve unas cervezas y un vinito de la zona. Entre tanto, Juan ha ido al albergue a sacar de la lavadora/secadora la ropa recién lavada y seca. Para picotear nos monta un plato con el mismo cocido que a nuestros vecinos. Vamos soltando chascarrillos con Manu y nos partimos la taba a reir. Un buen tipo, y acogedor.


Acabamos hasta con la ensalada y el guisado de carne con patatas que los chavales no pueden deglutir, están hartos de comer, pero nosotros no nos vemos hartos, ésto está muy bueno.


Pagamos los 6 € que nos piden por lo tomado y vamos a la plaza. A cenar, claro, no sea que nos hayamos quedado con hambre y en mitad de la noche nos entre un terrible desfallecimiento. Luis alucina con lo que nos zampamos: unas hamburguesas de las de la zona, que son tamaño xxl. Vemos, de nuevo, a las canarias (Cristina y Susi), charlamos un ratico con ellas y, tras reirnos con ciertas chorradas, se piran a descansar, medio cojas, van justitas de fuerzas de los remos traseros aunque muy bien puestos y torneados, por cierto.


Nosotros hacemos lo propio unos minutos después (Nos vamos. No cojeamos). Llegamos al albergue y nos quedamos hablando y vacilando con Sofía y las canarias. Nos partimos la caja con ella. ¡Qué mujer! ¡Tiene una guasa!. Esta noche, me dice, son Los Mayos en Villafranca. Y yo le digo que en mi pueblo también, imagino que en otros muchos más. Le doy una estampa que llevo de la Virgen del Madroñal, patrona de mi pueblo, Auñón (GU) y, a cambio, me regala un montón de otras estampas que tiene ella. La he dado en "tól bebes", me jura que es muy santera y me lo confirma enseñándome un bolso lleno de Virgenes, Cristos y santos. Esto parece una convención de agentes comerciales de productos religiosos enseñando el muestrario de sus artículos. Unas risa más y no vamos a dormir,


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