viernes, 7 de mayo de 2010

7ª etapa. ¡¡¡Pena, penita, pena!!! Se acaba.7-mayo-2010. Castro Dozón - Santiago de Compostela

Distancia recorrida:72,44 km.
Tiempo efectivo de pedaleo: 4h 32min. 2 seg.
V máx: 51,72 km/h.
V media: 15,97 km/h.

El día amanece plomizo y lluvioso. Llueve y llueve y llueve, y jarrea. No nos abandona el agua, por lo que decidimos hacer la etapa por carretera. Un lástima no ir por caminos, pero creemos que debemos hacerlo así.
 El trayecto pasa rápido y no exento del peligro que supone transitar por una vía en la que los camiones pasan a nuestro lado bufando como toros.

En Bandeira nos detenemos para ver donde sellar y tomar un tenteempié. Un buen señor se para a comentarnos que en el bar de enfrente estaremos bien. Tras hablar un ratito más con él se presenta como el sacerdote de la parroquia. Entablamos conversación en el bar y se ofrece a recogernos las credenciales y sellarlas. Se las lleva y nos las devuelve al momento selladas. Gran detalle el de Don José, le estamos muy agradecidos. Nos regala unas credenciales especiales que ellos tienen y nos las dá por si nos sirven. Otro  ángel del Camino.
Pasado Puente Ulla el tiempo parece que se va arreglando y sale el sol después de alguna que otra pequeña tempestad de agua. Esto ocurrirá, a lo largo del día, como unas 733 veces...

Tras la marejada viene otro remanso de paz soleada y conseguimos llegar a Lestedo, a un restaurante (Vía da Prata) y, además de atendernos de fábula, un camarero muy profesional y rápido, comemos abundante y muy bien en el amplio salón, que, con toda seguridad, deben utilizar también para bodas. Lugar recomendable. Como estamos a pocos km. de Santiago, nos lo tomamos con mucha calma. Sellamos credencial.


 El sol está afianzándose, con lo que proseguimos la marcha.

Antes de entrar a Santiago, una chavala detiene su coche delante de nosotros en una rotonda. Estamos viendo los mapas y nos pregunta cómo puede ir a Milladoiro. PeterChapa le muestra, en su “FredPerry” de avanzada generación, por dónde debe ir. La chica se muestra encantada por el exquisito trato recibido y se marcha apresurada porque llega tarde.

A la entrada de Santiago, nos paramos a hacernos las fotos de rigor en los carteles de carretera que así lo indican.

Callejeando y entre el tráfico rodado nos vamos acercando al centro de la ciudad. Al llegar a la zona peatonal (Rúa do Franco),
afloran profundos sentimientos, como siempre que llego aquí y veo cumplido, otro año más, mi deseo. (Vamos, que me pongo ñoño...) Nos dirigimos, sin perder tiempo, a la Oficina del Peregrino donde nos extienden la Compostela. No hay que esperar pues hay muy pocos peregrinos, así que nos dirigimos, ahora sí, a la Plaza del Obradoiro. Otra vez que me pongo “mú ñoño”... Voy circulando con la cabeza “gacha” hasta que llegamos al centro de la Plaza. Es en ese instante, y frente a la majestuosa fachada principal de la Catedral, cuando levanto la cabeza y alzo la mirada para saludar al Santo. Y ahí está, recibiéndonos de nuevo, como en años precedentes.

 Reto conseguido. Y digo bien. Ya no vamos a hacer más trayecto. La ruta a Muxía la haremos motorizados mañana, que es más agradable y descansado. Esta noche llega la familia y me apetece disfrutar de ellos y su compañía todos juntos este fin de semana, sin el obstáculo que suponga nosotros haciendo una etapa más en bici y la familia de excursión por otro lado.
Con la satisfacción del deber cumplido nos sentamos a tomar unas cervezas en un bar mientras decidimos la manera en que nos vamos a trasladar los 8 hasta la casa rural que tenemos reservada cerca de Urdilde (Unos 20 km al oeste). Y tras un ratito, decidimos ir todos en el mismo vehículo: las chicas en la cabina y los cinco en la caja, como los emigrantes ilegales, entre todos los bultos. Nos dirigimos a dejar las bicis en la furgona y, tras un buen rato recolocando todo, bicicletas, bolsas y alforjas, nos aposentamos con cuidado para que nos acerquen a destino. El viaje es agobiante y claustrofóbico porque no hay ventanas y empieza a hacer mucho calor.
La salida de Santiago se hace eterna pues hay obras y se tarda un montón de tiempo. Tras un buen rato encerrados, y un trayecto con algún frenazo y alguna curva interesante, llegamos casi a destino. Y digo casi puesto que llegó un momento en el que las chicas nos abren el portón de atrás con semblante de preocupación pues el camino por el que vamos es el correcto pero están de obras y no podemos seguir porque está cortado. Claro, es que el mapa lo manejan manos femeninas y lo llevaban al revés... je, je, jeeee. No, lo que ocurrió es que tuvimos que volver sobre nuestros pasos y tomar otra camino asfaltado alternativo que nos dejó sin daños personales en la Casa Rural Fogar do Selmo. Allí estaba esperando la familia de Pani... con las brazos abiertos. El resto se encontraba de camino. Llegarían enseguida.

 Nos instalamos en las habitaciones y tomamos posesión de ellas. Un ratito después de asearnos y ponernos de ”personas humanas limpias” salimos a esperar a los nuestros. Cuando llegaron los nuestros les recibimos con emoción y con grandes besos y abrazos. Todos muy contentos por vernos de nuevo.
Y por volver a ver, también, de nuevo a Marian y Juan Zugasti, que no pudieron hacer el Camino con nosotros.















Y por volvernos a reunir todos otra vez.

Gran cena animada y bien atendidos por el dueño de la casa.

Y "de beber y de beber"... el albariño está exquisito, no os lo perdáis. Es de una cosecha de excedentes que trae este buen hombre y sienta perfecto. No deja ni un mal dolor de cabeza. Recomendable el lugar.
Esta noche dormiremos de lujazo.


Y ésto se va acabando poco a poco... ... ...


Hoy hemos sellado la credencial del peregrino en Taboada, Bandeira, Lestedo y Santiago.