jueves, 30 de abril de 2009

6ª etapa: Fonsagrada - Lugo (30/04/2009)

Hemos hecho unos 64 km. El cuentakilómetros del Lidl, está fallando más que la escopeta de feria y no marca bien, no es de fiar. Habrá que lanzarlo desde lo alto del monte para que se despeñe y se quede de recuerdo como la piedra de la Cruz de Hierro.
El día ha amanecido gris y lloviznando. He descansado como un rey en habitación individual. Reponer agua en la Fuente Sacra, que en la bici te quedas sin agua enseguida. Mucho viento frío y lluvia, mucha lluvia. Tiramos por carretera, los caminos están impracticables de barro y no es cuestión de perder más tiempo del necesario. Estamos congelados. Llegamos a Cádavo-Baleira a calentarnos al albergue pero está cerrado. Continuamos pedaleando y los guantes y piés están encharcados. Paramos a resguardarnos del agua y frío en un bar de carretera. Vaso de leche y Cola-Cao. Continúa la peregrinación y, mientras tanto, ha dejado de llover. Llegamos a Castroverde, donde nos detenemos en un bar a tomar un pincho y secar pies y manos con papel de periódico. Ya nos hemos calentado lo suficiente como para continuar.
El tiempo se porta lo suficientemente bien como para secar bastante la ropa que llevamos. Tomamos caminos y rodamos por entre árboles y bosques. Está chulo ésto. Vamos llegando a Lugo y casi sale el sol. Llegamos por la tarde a buena hora a Lugo, de tal manera que nos permite dar una vuelta por la ciudad amurallada, pasear, y sellar en el albergue. Como cierran a las 22:00 y vamos a cenar con la familia de Juan, que acaban de llegar desde Madrid, nos buscamos un hostal. Lo encontramos, guardamos las bicis, aseo, y a pasear. Cena con Mª José y los patitos.
A las 00:30h a acostar. A las 4:00h nos despiertan los borrachos que recorren la ciudad de garito en garito y van dando consignas filosófico-etílicas a los cuatro vientos. Me levanto, desbebo, recuerdo a los familiares de los chillones callejeros y recupero el sueño. Hasta mañana.

5ª etapa: Pola de Allande - Fonsagrada (29/04/2009)

74 km.
Etapa dura y eterna. Hemos llegado fundidos. Hemos subido a primera hora el puerto del Palo con lluvia fina, niebla en el alto, mucho viento gélido y mal tiempo. No podemos tomar variantes de camino porque la meteorología y el estado del terreno así lo aconsejan. La bajada era matadora pues el viento frío te helaba manos, cara, 'piennas' y 'tó'. Tomamos, en un bar de carretera, un vaso de leche hirviendo con Cola-Cao y unos bollitos hechos por la madre de la guapa y atenta chavalita que nos atendía. Nos entonó la mañana. Subidita, de nuevo, y bajamos a la presa de Grandas de Salime. Paramos a tomar unas instantáneas y la subida, otra más, nos va machacando poco a poco. Nos parecía eterna, 6 km, no conseguíamos llegar al pueblo de Grandas, ya hacía hambre. Por fín llegamos. La tarde está gris, aunque tímida y ocasionalmente se asoma el sol.
Entramos a comer en un bar recomendado por unas lugareñas y, otra vez cometimos el mismo error, dos horas de comida. Parte de la tarde perdida. No tenemos remedio. Ahora a recuperar tiempo. Comenzamos con otra subida, y van..., que nos deja valdados. Se trata del alto del Acebo. Límite de Asturias y Galicia. Queremos llegar a Fonsagrada, al albergue que hay a 1 km., pero estamos tan machacados que la cuesta de acceso al pueblo nos impide continuar. Mejor, porque hemos dado con la pensión Cantábrico que tiene unas habitaciones que ya quisieran muchos hotelitos. (Menos mal que el hotel de la entrada no tenía sitio libre, que, seguro, no iba a ser mejor) Y garaje para las bicis. Duchazo reparador, colada y a cenar pulpo, que se acaba.
Vuelta a la pensión y a dormir en mi habitación single...

4ª etapa: Cornellana - Pola de Allande (28/04/2009)

Amanece día con sol. Hemos tenido a nuestra entera disposiciòn uno de los mejores albergues del camino. Y en un monasterio. Sólo había un peregrino más, pero en otra estancia. Desayunar en Bar Dany. Pedazo de cocinera de lujo. Hace unas pulgas de bocata que te mueres. Todos pedimos alguna de las diversas, y buenísimas, que ofrecen y nos vamos a por las bicis al albergue. Repasos de engrases y resolucion de problemas mecánicos, perdemos mucho tiempo. Salimos a carretera, la subida es suave en dirección Salas. Mucho y peligroso tráfico pesado que te bufa a su paso, alguno no te ve y hay echarse a la cuneta para evitar que te quedes sin hombo izquierdo. Estoy algo contrariado por la peligrosidad que el tráfico ofrece al peregrino el rodar por esta carretera. Seguimos por camino embarrado hasta Salas. Pedro tiene problemas con el freno trasero, parece ser que al engrasar con el spray se le han contaminado las pastillas del freno trasero y retiene menos que una abubilla con colitis. Infructuosa búsqueda de repuesto al llegar a Salas. La tienda de deportes la regenta un aseñora que nos atiende maravillosamente pero no puede ofrecer remedio para nuestro caso. A cambio compramos unos Carajitos de profesor que son una delicia y reaniman el cuerpo human. Parada en la iglesia de Salas, que está abierta pero no hay nadie en la sacristía, que está cerrada y nos quedamos sin sellar. Vuelta atrás. Conseguimos sellar en el ayuntamiento, donde la amable funcionaria que ya salía de trabajar, volvió a su lugar y nos selló mientras contaba las penurias de su familiar que había fallecido y no sé que más... Me fuí rápido, que para penas estamos hoy.
Tomamos refrigerio en un bar y seguimos ruta por camino subiendo hasta el alto de Porciles y,después, la Espina. Esta ascensión es cómoda y preciosa porque vamos enmedio de un bosque viendo correr el agua del río Nonaya. Deja de ser cómoda cuando comienza a empinarse de narices y cuando, fatigados, terminamos la ascensión, llegamos a un llano junto a la carretera donde está un edificio que tiene un cartel luminoso "Club Nenas". Debe estar cerrado porque son como las 17h. y no parece que sea un afterhours. Continuamos ascendiendo hasta La Espina. Durante bastantes zonas de este camino nos estamos encontrando con obras porque están construyendo la vía del AVE y, en otras ocasiones, porque construyen o arreglan autovías y carreteras. Ésto hace que en ocasiones tengamos que desviar los trayectos. Aquí se pasa bajo un viaducto de una altura espantosa. Espectaculares las técnicas modernas de construcción civil. Hemos coronado el alto que nos deja resecos y fatigosos. Traguito de agua y aseguir, que nos queda media etapa y es media tarde. A esta paso no llegamos a ningún lugar. No sabemos qué está ocurriendo con la distancia que recorremos en cada etapa que se nos alargan más km. de los previstos. Cada día nos hacenos del órden de unos 15 km. más de los planificados, sin saber por qué.
Llegamos a Tineo por un carril bici que hay construido desde El Crucero (creo recordar, aunque la memoria me puede fallar) y paramos a sellar en el albergue. Charlamos con el hospitalero y nos vamos a comprar pastillas de repuesto para la bici de Pedro, que la lleva que no frena el de atrás. No hay repuesto para su bici pero sí para la mía. Me lo llevo. Seguimos la ruta por carretera y se van sucediendo los paisajes grandiosos asturianos. Tomamos caminos de belleza singular y con el sol que está haciendo, pero con viento muy frío, se disfrutan mucho más.
La tarde va pasando y necesitamos reponer fuerzas, para lo cual tiramos de despensa y conseguimos recuperar algo de energías mientras contemplamos en lo alto de una torre de alta tensión a un tío trabajando colgado sobre un cable que parece un funambulista. Y dicen que lo que hacemos es de héroes: ese sí que lo es.
El cansancio va haciendo mella, pero decidimos tirar hasta Pola de Allande, a ver si llegamos al albergue que hay pasados 2,5 km.
Por carretera comienzan los descensos vertiginosos con el gélido viento que te corta la cara. Hace frío y vamos justos de fuerzas. Bebemos mucha agua aunque no tenemos la sensación de tener sed. El viento te seca el sudor y no te das cuenta pero hay que hidratarse. La tarde se acaba y vemos que no llegamos. Si nos metemos por la variante de Hospitales, esta noche nos comen allí los lobos. Aparece la lluvia, neblina y azota la cara como alfileres. Última subida y, después, bajamos. Luis, "El Belga", ha tirado a tumba abierta carretera abajo porque Pola ya está cerca y, como es belga, ha ganado la etapa de hoy: al llegar junto al cartel de entrada del pueblo donde pone POLA DE ALLANDE, ha levantado el brazo en señal del éxito alcanzado. Y es que sabe que esta noche va a dormir calentito como un marajá en un hotelito. Son las 21h. Preguntamos en la Fonda La Nueva Allandesa si hay disponibilidad para cinco humildes bicigrinos. El dueño, Antonín, nos ofrece un despliegue de poderío: las bicis las dejamos a buen recaudo, y bajo llave, en un local suyo que era la antigua cafetería, frente al hotel. Las habitaciones están de lujo y la cena nos la pone cuando estemos aseados y decentemente vestidos. El hombre nos vé necesitados de afecto y él lo ofrece. Se agradece el trato recibido. Una ducha bien caliente te repone y alivia todas las penas que has tenido que soportar en la ruta. Bajamos a cenar y ya están en la mesa todos menos el Pani y yo, que nos lo tomamos con la naturalidad que dá el hacer las cosas tomándose el tiempo necesario, no menos. Hablan con Antonín, pequeña-gran personalidad, el cual ha visto las camisetas del unfirme que llevamos y le ha gustado. Nos pide que le regalemos una, se lo prometemos. Dice que la va a enmarcar y poner en lugar privilegiado en el restaurante para que todos la vean. ¡Qué orgullosos estamos de nuestra empresa!
Me tomo el primer tercio de la noche porque tengo mucha sed. Nos ofrece un paté de morcilla que ellos hacen, para llorar de la emoción. Es algo nunca visto, o sea, "inaudito" ;-). A continuación, nos trae un a sopera llena de cocido asturiano. Aquí se me caen lagrimones como garbanzos ¡Qué sabor! ¡Qué berzas!. Repito plato. De segundo nos trae un pastel de verduras suaaaaaveeeeeeee. De tercero nos pone unos repollitos rellenos de carne de ternera para morirse... No puedo con todo y me da mucha rabia. El Pani se lo ha jamado todo porque es un profesional y vive de esto...
Nos vamos a acostar y a hacer la digestión que nos lo hemos merecido. Y es lo que tiene el pasar calamidades, que luego va un ángel del camino, como Antonín, y te surte con creces.

3ª etapa: Oviedo - Cornellana (27/04/2009)

Al levantarnos tenemos la buena sensación de estar más descansados que otros días, y es que dormir en hotel hace bastante. Desayuno de buffet y a recoger las bicis del párquing. Montar alforjas y continuar camino. Nubes y claros, pero hace buen día. Visitar catedral y sellar. Ya vemos al Salvador en su casa. Salir de Oviedo está mal señalizado pero Juan lleva la ruta en el GPS y no supone un problema. Salimos por camino. Paisajes maravillosos. Pincho rueda trasera en un bonito lugar con una fuente: La Pipera. A Juan se le desajusta el cambio antes de Escamplero. Es más de medio día. Vamos a Trubia, un mecánico del Garaje Tino y el panadero que pasaba por allí, y es ciclista de carretera, nos lo arreglan. Enormemente agradecidos y, sin cobrarnos nada, nos despedimos de ellos y hago, desde aquí, un reconocimiento público de su predisposición y solidaridad. Nos dicen que subamos por la carretera hacia Grado, que la subida se puede hacer bien. Y tanto que bien, como que en algún momento hemos tenido que desmontar porque la pendiente exigía esfuerzos sobrehumanos y ya estamos cansados y mayores. Nada que algún mal benablo no ayude a reponer energías. Pasamos por Peñaflor, con su puente medieval y su iglesia de San Juan. Como sucede en la inmensa mayoría, esta iglesia está cerrada y se convierte en imposible la labor de sellar la credencial en ellas. Seguimos, ¡oh, sorpresa! por camino llano hasta Grado, lugar donde decidimos pasarle la manguera a las bicis. Han quedado limpitas y relucientes. Un poco de engrase y a proseguir pedaleando que nos queda un buen trozo aún. El perfil vuelve a ponerse patas arriba puesto que hay que ascender las cuestas del alto de Cabruñana y comienza a llover, pero se puede aguantar sin mojarse mucho. Se me ha roto un enganche de una alforja. Luis tiene la solución: lleva bridas desmontables con gatillo para quitarlas sin romperlas... y yo llevo diecisietemil y de todos los tamaños pero no son desmontables. En unos segundos lo solucionamos y así estaré durante todo el camino. No problem, cuando vuelva a Madrid, me pasaré por el Decathlon y la descambiaré porque guardo los tickets.
Al bajar por un camino con piedras algo resbaladizas, Luis vuelve a levantarse del suelo tras haberse quedado como un escarabajo pelotero con la tripa hacia arriba como consecuencia de otra caída tonta. Pretendemos llegar hasta Salas, aunque no sabemos si llegaremos allí con buena salud. Pasamos por Cornellana y seguimos pedaleando enmedio de la insistente lluvia y por carretera. Son alrededor de las 19h. Hacemos un alto en la entrada de una casa cubierta por un gran tejado, un portalón, y llamamos al albegue de Bodenaya el cual nos indica que hay plazas y nos esperan, pero hacen la cena a las 20:30 h y como hay más gente no podrán esperarnos a cenar pues, seguro, llegaremos muy tarde. Nueva llamada, esta vez,a la policía municipal de Salas y el guardia de turno comenta los datos necesarios como para que tomemos la decesión de volvernos al albergue de Cornellana. Nos damos la vuelta y según entramos a Cornellana, nos sale al paso un personaje que se identifica como el hospitalero (Tino): "Os he visto pasar y vengo a preguntaros si necesitáis acogida". ¡Qué casualidad! Estas cosas sólo pasan en El Camino, que es el que provee al necesitado. Cosas de los ángeles del Camino. ¿Verdad Tomatic?. Nos abre las puertas del albergue de par en par (Monasterio del Salvador, un lujazo ) para nosotros y nos deja la llave. Nos dá una gran y reposada charla de cómo funciona todo en el albergue (hasta los grifos, el azul: fría, el rojo: caliente), pues él no se queda, se va a su casa. También nos dá una charla magistral de cómo es el Camino que nos queda. Dice, el cachondo, que lo malo ya ha pasado, que Pajares es lo más duro, que lo demás es casi bajada... ¿Seguro que sabe lo que dice? Éste hombre, con la mejor de sus voluntades, está mal orientando a los peregrinos. Pero se lo agradecemos.
Preparamos la colada y la secamos. Nos duchamos. Estamos sólos. Nos aconseja cenar en el Mesón Dany. Allí encontramos el remanso de paz gastronómico del que estábamos tan necesitados.
Vuelta al albergue, a descansar, dormir y despertarme esta noche varias veces con los ronco-bufidos de Luis y los Zugasti. ¡Pero les quiero! Me levanto a las 3 y media para cruzar el patio interior y sacar la ropa de la secadora y tenderla en los radiadores pues sigue húmeda y mañana hay que ponerse algo de lo lavado. Allí me tienes, con un frío que pela, y a esas horas, tendiendo ropa en los radiadores de la cocina y de la sala contigua para que esté lista mañana... me muero de sueño. Atravieso el patio, de nuevo, y vuelvo a meterme en el saco enmedio de los bufidos de éstos. ¡Qué miedo!